Blogia
Colifloradas

Paranoias

Y todo queda

Si no puedo tenerte quizá no quiera nada.
Y todo pasa.
Y hay olvido.
Si no puedo besarte, de qué me sirve besar.
Quizá me conforme con sentarme a inhalar bocanadas de vacío.
Quizá no me acuerde de ti, pero recuerdo tu nombre apedreando cada rincón de mi alma.
Y quizá detesto los finales tristes.
Me bastará saber que hay un mañana latiendo en ti.
Quizá pensar en ti.
Y todo queda.
Y duele.
Lloverá, pero estaré seca sin ti.
No habrá consuelo pero me bastarán dosis de espera.
No puedo hablarte pero te siento.
...

Un homenaje a las palabras

Me gustan las palabras. Me gusta fijarme en una y jugar con ella, porque lo divertido es que encierran en sí muchas otras. Un diccionario puede ser un juego sin fin, repleto de amigas dispuestas a descubrirse ante ti, a mostrarte lo más íntimo de su ser: qué significan. Qué significa el mundo. Qué significas. Mi amiga preferida es ‘sencillez’. Me gusta qué encierra, me gusta cómo habla, me gusta cómo suena.

No hay ninguna palabra solitaria, ni tan si quiera ‘soledad’. Todas tienen una familia, unos amigos, unos conocidos. En el mundo de las palabras también hay distinción de sexos, pero es curioso porque en principio, todas juntas son femeninas, y sin embargo en particular muchas se confiesan masculinas (para que luego proclamemos que la bisexualidad está implantándose en nuestro mundo...) Cuándo nos daremos cuenta de que en las sabias palabras que nosotros mismos creamos estaba la clave. Y sólo en nuestro inútil mundo se nos ocurre utilizarlas, a ellas, para herirnos. Insultarnos. Odiarnos.

Cuánto hemos de agradecer a las palabras. Y cuánto las maltratamos. Cuántas veces habremos dicho aquello de: ‘me faltan las palabras’. Las palabras son la dimensión más sincera que existe; pese a sus dobles sentidos, son transparentes, y sólo de nosotros depende su finalidad. Ellas son puras. Nuestro mundo es hipócrita e ingrato al no saber apreciarlas, y mimarlas como se merecen.

Y quería empezar esta bitácora homenajeándolas a ellas, las únicas que hacen que todo esto sea posible. Que yo me exprese y que tú me leas, te enfades, te emociones o te quedes indiferente ante ellas. Si te enfadas, sólo puedo pedirte perdón porque no interpretes mis palabras con el mismo fin que yo. Si te emocionas, sólo puedo pedirte perdón otra vez por asaltarte de esta forma. Pero si te quedas indiferente te invito a que no pierdas tu tiempo, quien en otra ocasión recibirá un homenaje también. La vida es corta para el que se acerca a la muerte y larga para el que la saluda desde la lejanía. No es cuestión de tiempo, sino de distancia. Acércate, aléjate, pero sobre todo, no sufras de indiferencia. Siempre me reservaré palabras, al fin y al cabo, también son parte de mi intimidad. Muéstrame las tuyas siempre que quieras, pero no te olvides de guardar algunas para tu interior, nunca puede quedarse vacío.